miércoles, 29 de junio de 2011

Preferís no analizar.




“Hubiéramos dejado todo tal como estaba y nos ahorrábamos problemas” Esas fueron tus palabras. Me enseñaste a evitar cada obstáculo que se me presentara, o bien enfrentarlo por duro que sea. Hoy te digo: ¿Y si ese obstáculo es mi otra figura? Ponete de mi lado, con 15 años y tener que elegir entre dos personas, es bastante difícil. Hace un par de años, me preguntaban eso y siempre contestaba: no sé, me moriría si tuviera que decidirlo. Hoy digo, quisiera morirme. En vez de hacer las cosas a la manera más fácil, actuar como adultos y dividir las cosas por la mitad como se debe, preferís hacerlo de la manera más garca y apoderarte de todo. Arrasar con todo lo que se te encuentra en el camino, aun sabiendo que me pones en juego a mí misma. Creo que es la cosa más soberbia y egocéntrica que jamás haya visto.
No deseo elegir, quiero tener una adolescencia feliz y sana, física, emocional, social y familiarmente. Me rehúso a elegir, porque si elijo de un bando, el otro se me empaca, y si elijo del otro bando, el otro empieza a limitar todo y a renunciar al papel que le corresponde. 
Sólo deseo irme a dormir, y no despertar nunca más. 

lunes, 27 de junio de 2011

Amores para toda la vida. 




Pasó tanto tiempo, y te sigo queriendo como te quise desde el primer día. Todavía no entiendo, dicen que con el tiempo las heridas sanan y los amores se olvidan: yo sigo con la herida abierta, y el inmenso amor que te tuve, nunca lo olvidé. Debo de estar completamente loca, ¿Qué te vi? Todavía no me puedo responder eso. Sospecho que a vos te sigue pasando lo mismo, pero sos tan buen mentiroso que te negas y mirás a otro lado, pero yo sé que seguís enganchado de la misma manera que lo soliste estar. Ni con un millón de mujeres vas a olvidar ese amor que me tenías; ni con un millón de hombres voy a olvidar ese amor que te tenía. Pareciera una historia de amor sin fin; nos amamos, nos queremos, nos ponemos en una relación y todo nuestro castillo que armamos, se derrumba. Pareciera como si estamos destinados a pasar el resto de nuestras vidas enamoradísimos, pero sin vivir juntos. Teníamos esa costumbre de pasar todo el tiempo juntos, vivir abrazados, pasar esas hermosas tardes juntos, pero siempre llegaba a su final; terminábamos peleando, o bien discutiendo. Vos te enojabas, yo me iba para mi lado, y vos te quedabas ahí, sin decir ni una palabra. Ahora… ¿Por qué nos pasaba esto?

Todavía no logro comprender.